martes, 9 de diciembre de 2008

Los malos entendidos

Hay mil y un maneras de generarlos.
Que uno habla tan claro que el otro entiende metafóricamente.
Que uno habla tan metafóricamente que el otro no entiende nada o se hace toda una película (muy otra de la original).
Que uno da tantas vueltas que el otro se pierde en el camino y decide no escuchar nada y quedarse sin saber, esperando una respuesta más clara que quizás nunca llegue.
Que uno habla acentuando un punto pero el otro está más interesado en otro y entonces entiende lo que se le ocurre o le importa más.
Que uno habla de una cosa y el otro piensa que es otra y entonces entiende claramente algo... que no es lo que su interlocutor espera.

A veces es una falta de códigos compartidos, de universos simbólicos comunes. A veces el apuro. A veces resulta que sí, la mina es vueltera y nunca (jamás) llega al punto.
Si uno es vueltero y metafórico, y se encuentra con otro que es directo y literal... ahí te quiero ver. Generalmente el metafórico la tiene que remar hasta llegar a la tierra firme de la literalidad.

Sea cual sea el caso, mientras tanto es un bajón. Pero no creo que haya que abandonar el conflicto por difícil que parezca; eventualmente (y a fuerza de remarla de los dos lados) se consigue arribar a algún punto intermedio, sin tener que lamentar víctimas ni daños materiales.

Por lo menos así lo veo yo.
No sé, digo.

1 comentario:

Diorg! dijo...

Bien, estoy de acuerdo con la mayoría de lo que pusiste, es un bajón el encontrarte de que la gente no te entiende, o decide no entenderte, pero siendo sincero, todos lo hacemos en algún momento… pero pienso que en las cosas importantes, si se debe de tratar con mas énfasis de llegar a una conclusión, sea la que sea, los malentendidos se dan por la falta de claridad y por las conclusiones (que son en su mayoría erróneas) a las que llegan las partes. También contribuye el paso del tiempo, si se hace eterno, las cosas se complican mas… VIVA LA CLARIDAD!!! Jajaja.