viernes, 6 de abril de 2007

Polvo eras... II (ahora le toca a los cuentos)

Muchos análisis hay ya sobre los cuentos de hadas y las representaciones que encontramos en ellos sobre la mujer, y demás. Sólo que es poco lo que yo leí al respecto; así que esto es sólo parte de lo que yo puedo llegar a analizar, y nada más. A ver.

Las versiones edulcoradas de esas historias clásicas, en cuyo proceso de conformación Disney hizo una gran colaboración al ofrecernos las versiones más light que podían ser imaginadas (de la Cenicienta, la Bella durmiente, Blancanieves, la Sirenita, etc.), fueron un elemento sumamente importante en la conformación de la psiquis de las niñas de mi generación (Cuanto más siendo la mayoría de mis amigas y conocidas -de quienes me sirvo, indudablemente, para este mínimo análisis- “mormonas”; algunas con una irrefrenable tendencia matrimonial (y otras, depredadora)).
En general, a grandes rasgos, se trataba de historias en las cuales había una joven (en la mayoría de los casos era una princesa, aunque es clásica la historia de la Cenicienta) que sólo encontraba la felicidad al contraer matrimonio con un príncipe que venía de alguna tierra distante.
Podemos ver algunos de ellos en particular. Que el de La Bella durmiente es un típico relato tradicional para niñas, es indiscutible. Básicamente, el argumento trata de una princesa que nace en el feliz matrimonio real, el cual realiza una fiesta para presentar a la niña a la nobleza del reino. Hadas, magos y demás habitantes notables son invitados, pero cierta hechicera es olvidada. Encolerizada por semejante indiferencia, la hechicera aparece en la fiesta y arroja sobre la niña una terrible maldición. Para contrarrestar el maleficio, las hadas “buenas” (o las que sí fueron invitadas, porque ¿qué hubiera pasado si hubieran sido ellas las deliberadamente dejadas de lado?) profirieron a su vez hechizos que pudieran si no evitar, al menos revertir los efectos del que la malvada hechicera había emitido.
En líneas generales, ese es el comienzo de la historia. El maleficio de la bruja consistía en que al llegar a la adolescencia se pincharía el dedo con un huso y moriría, efecto este último, suavizado a través de otro hechizo, el cual convertía la muerte en sueño hasta que el consabido príncipe llegara con un beso.Partiendo de este punto, ¿cuál es la acción que realiza la protagonista durante prácticamente toda la historia? ¡Dormir! Mientras el tipo atraviesa los bosques tenebrosos y enfrenta los poderes de la hechicera malvada para llegar hasta ella… ¡la mina duerme! (Desde el título, vemos todo lo que la protagonista debe hacer: ser bella y durmiente. No más). Todo lo que hace falta hacer, lo hace él, incluso darle un beso que le quitara el sueño.
Blancanieves, más o menos igual. Una bruja malvada (que en este caso, también era una reina vanidosa y celosa) la envía al bosque con un hombre que debe matar a la tierna niña, y llevar su corazón a la reina como prueba. Este se apiada de ella y lleva a su majestad el corazón de un venado. Salteando la parte en que Blancanieves vive en una casa con siete enanos (que no por bajitos dejan de ser hombres adultos, lo cual podría dar lugar a varias lecturas… que no vamos a realizar ahora), también aquí aparece la bruja malvada con un maleficio que intenta dar por terminada la vida de la joven, luego de descubrir el engaño de años atrás (el estudio de la anatomía no estaba muy avanzado… ¿quién no confunde el corazón de un venado con el de una niñita?). La niña, inocente, acepta la manzana envenenada (¿reminiscencias de la madre original?) y, aparentemente, muere. Se suceden circunstancias similares a las del cuento anterior (príncipe que viene al rescate, con su beso salvador, joven que despierta y ocupa su lugar entre la realeza. Suerte que también era hermosa, ya que por eso no la enterraron rápidamente, sino que la velaron por un par de días, mientras le hacían el aguante al principe que estaba en camino) Nuevamente, la protagonista es pasiva. Es llevada, abandonada por unos, acogida por otros, envenenada, besada… nadie pide su opinión para nada, ella no toma ninguna decisión (salvo la de comer la manzana… que es la peor de todas las decisiones del cuento, aunque lleva al feliz desenlace de la historia).
Hay más, como la cenicienta o la sirenita, pero la idea ya está, ¿no?

¿Cómo pretender, luego de tanto adoctrinamiento, que las mujeres sean de otro modo que del que son?

Se les enseña del peor modo, que es presentando todos esos hechos como naturales desde la más tierna infancia y recién cuando una tiene cierta edad, y con ello, cierto criterio propio, puede dedicar algún tiempo a este análisis y notar cuántas son las imágenes tendenciosas que se nos presentan desde siempre sobre cómo debe ser la mujer y cómo debe comportarse, qué lugar debe ocupar en la sociedad.
Después de años (muchos años), de calesitas, hamacas y toboganes; siglos de jugar con dóciles muñecas, ¿cómo no ser vuelteras?, ¿cómo delimitar el juego? ¿Cómo no tornarse manipuladoras? ¿No es más divertido si las muñecas intentan vivir por sí mismas?
Luego de contar historias repletas de brujas, madrastras y hermanastras malvadas, ¿no pensaron que alguna dulce niña podía tornarse fría, calculadora e interesada?; además, ¿no se insistía en que el “príncipe azul” debía ser príncipe y azul (o sea forradísimo en dinero)?
Todas las doncellas eran hermosas y encantadoras; ¿cómo no acomplejarse cuando cada día al levantarse, una ve eso en el espejo? ¿Cómo dejar de lado la culpa por no ser rubia, delgada, frágil, encantadora, inútil y hermosa?
Y además, la confusión por haber mamado todo eso y ver que en la práctica es diferente; que hay que hacer cosas, tomar decisiones, pensar y hacer análisis para poder entender el mundo.

Es cierto que ahora las mujeres ocupan ahora lugares que antes sólo eran territorio masculino, y de ahí más confusión. Además, creo que el género masculino se queja por un lado y se aprovecha por el otro. O sea, se quejan porque las mujeres se meten en el fútbol, en los autos y en las oficinas, pero además se quejan de que no tomen todos los lugares. Cuando molestan (quitan el trabajo, opinan estúpidamente sobre deportes o se maquillan en un semáforo en verde) sobran y tienen que irse a lavar los platos; pero cuando les facilitaría las cosas, tiene que liberarse (tienen que tomar la iniciativa, liberarse sexualmente, tomar las riendas del hogar). Siguen viviendo en las cavernas y esperando que las mujeres les sirvan, pero de un modo más complejo y sofisticado, al mismo tiempo que analizan todo esto y toman ibuevanol para que no se noten los dolores menstruales y ellos puedan seguir con la cabeza fresca. Dejame de hinchar, querés.

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