viernes, 18 de mayo de 2007

Cuando murió Balbín, mi abuela -que lo admiraba- sintió la necesidad física y espiritual de manifestarse, y con una tiza pintó un montón de palomas en las paredes de su casa... ¿No es genial? ¡Le hizo una suelta de palomas! (se ve que es genético, no por nada en ocasiones me he levantado a las 4 a.m. para dibujar en las paredes de mi pieza...). Hoy, que es ella quien ya no está, esta es mi pequeña suelta de palomas, para ella:




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